¡Ah, así que habéis respondido a mi llamada!
Normalmente no me gusta inmiscuirme en asuntos de Daevas. Si ella no hubiera insistido, no os habría hecho venir.
Vuestra fama como Daeva parece precederos, [%username].
Así es. [%dic:STR_DIC_N_Ludina], de la Taberna de Dionisia, me ha visitado en secreto y con el rostro bien oculto bajo una capucha; me ha pedido que organizara una reunión secreta con vos.
Todo esto es extremadamente raro: solo se ha dirigido a mí porque era la única forma de contactar con vos y no quería revelarme por qué. Creo que está relacionado con algo de vuestro pasado.
Os ruego que vayáis cuanto antes al [%dic:STR_DIC_FLA40] y os reunáis allí con ella; parecía de lo más urgente.
Os estaba esperando, [%username].
En mi trabajo en la Taberna de Dionisia a menudo me relaciono con Daevas y alguna cosa que otra llega a mis oídos. Cómo no, una aprende a no entrometerse, pero cuando un huésped se sincera de ese modo...
Mejor os lo explicaré con más exactitud: Jucleas y yo no somos los únicos eslabones de esta cadena. Alguien os busca, [%username].
No se habló de ello, así que por desgracia no puedo daros una respuesta. Solo sé que se busca a un[f:"una"] Daeva que ha perdido sus recuerdos.
Por supuesto, enseguida pensé en vos, [%username].
No me conocéis, pero circulan rumores de que en su día fuisteis mercenario[f:"mercenaria"] y ahora sufrís amnesia.
Debo deciros que [%dic:STR_DIC_N_Morai] os está buscando por el [%dic:STR_DIC_FLA20_1]. Os está esperando allí.
Os enviaré directamente al Santuario de Ardus para que os encontréis con Morái de inmediato.
Que el soberano Cáisinel ilumine vuestro camino.
Bienvenido[f:"Bienvenida"] al Santuario de Ardus, templo de Cáisinel, soberano de las ilusiones.
La mayoría visita el templo durante la Gran Peregrinación, pero creo que vos estáis aquí por otro motivo.
Ah, así que sois [%username], el[f:"la"] Daeva que mencionó [%dic:STR_DIC_N_Icaronix]. Os esperaba, pero ahora que estáis aquí, estoy más que preocupada.
Icarónix quiere que os dirijáis al Fragmento de la Oscuridad, [%username]. Me pregunto cómo os desenvolveréis allí, ya que es una región inhóspita y extremadamente peligrosa.
Pero si Icarónix solicita vuestra presencia, no tenéis elección. ¿Estáis preparado[f:"preparada"]?
¡[%username]! ¿Sois vos de verdad?
Yo... Tenía entendido que seguíais vivo[f:"viva"], pero casi no me atrevía a creerlo. Incluso sin otro indicio que historias de tabernas y rumores de mercado, tenía que averiguar si había algo de cierto en ello. Durante mi búsqueda lo intenté todo, [%username].
¿Por qué guardáis silencio, mi comandante? ¿No reconocéis a vuestro subordinado, a vuestro fiel legionario? Soy yo... Icarónix... pero... No me recordáis, ¿verdad?
Me temía que sucedería esto. Dejad que os devuelva lo que es legítimamente vuestro, [%username].
Fuisteis el[f:"la"] general de brigada de una legión secreta bajo las órdenes de la soberana Ariel, una legión que solo unos pocos elegidos conocían como la legión Espejismo.
Éramos la élite, el filo centelleante de la espada de Elísea y, con vos a la cabeza, nada ni nadie podía detenernos. Hasta que... nos enviaron a aquella misión. Era peligrosa, pero los corazones de la tropa estaban repletos de confianza nutrida por éxitos anteriores. El objetivo de la misión era Caramatis y nuestra meta era encontrar el Artefacto del recuerdo.
Poco después de partir se cortó todo contacto con la legión. La fecha esperada para su regreso transcurrió sin que los legionarios dieran una sola muestra de vida.
Como es lógico, me esforcé desesperadamente por averiguar algo, aunque solo fuera si los legionarios estaban muertos o vivos... pero todo fue en vano. Pese a todos mis esfuerzos, no hallé más que un silencio helado y, finalmente, me hice a la idea de que la legión había desaparecido.
Estaba completamente solo. Mi mayor deseo era visitar personalmente a Ariel para pedirle consejo, pero eso era algo que no me correspondía como soldado raso. Y es que vos me habíais encomendado una tarea de máxima confidencialidad, decisiva para el futuro de todos.
En la legión había un traidor, alguien que se había infiltrado en nuestras filas y frustraba nuestros esfuerzos: cada vez que nos encontrábamos en una misión de exploración, caíamos en una emboscada; si atacábamos un flanco asmodiano, de repente nos encontramos rodeados por el enemigo, como si pudiera oír todos nuestros pasos.
Me habíais enviado en solitario a Sánctum para encontrar al informador y desenmascarar a los instigadores. Cuando la legión se perdió me quedó claro que solo podía responsabilizarse de ello a este traidor. Busqué refugio aquí para poner a buen recaudo la información que había recopilado durante mis investigaciones y, con ello, a mí mismo.
Encontraréis todos los apuntes y resultados en una caja guardada en la cueva de allí enfrente. Por favor, volad hacia allí en cuanto podáis.
¡Comandante [%username]!
Creí que estabais... quiero decir... ¡Qué alegría volver a veros sano[f:"sana"] y vivo[f:"viva"]!
Con vuestro regreso, la legión quizá consiga quitarse la mancha de la traición y restaurar su honor.
¿No me recordáis? ¡Soy yo, Eco! Quizá vuestra memoria se ha visto afectada...
Ha sido [%dic:STR_DIC_N_Icaronix], ¿verdad? Él os ha enviado hasta aquí. Si no, ¿cómo habríais encontrado el camino a esta cueva abandonada? No sé lo que os contó, pero es mejor que lo olvidéis rápidamente, como todo lo demás. [%username]... Icarónix es el traidor, el puñal en la espalda de vuestra legión.
Me encomendasteis la tarea de descubrir al espía que se había infiltrado en nuestra legión. En el transcurso de mi cometido, más y más indicios apuntaban a Icarónix. No hay duda de que fue él quien nos condujo a la trampa en Caramatis y estoy seguro de que fue su Fantasma asesino quien me encontró aquí y acabó brutalmente con mi vida.
Creo que ahora ha vuelto a intentar sellar vuestro destino.
Solo hay una forma de salir: debéis activar el poder del estigma.
Ya habéis usado estigmas antes, así que también podréis utilizarlo ahora.
Este es un estigma en el que está cristalizada mi alma. Equipadlo, por favor. No podréis utilizarlo fuera; solo ahora.
Pase lo que pase, tenéis que marcharos de aquí. Recuperad la memoria y vengaos de Icarónix.
¡El traidor tiene que recibir su castigo!
Abrid la ventana y equipaos el estigma que os he dado.
Tirad del engarzado para equiparlo.
Cuando lo hagáis, podréis utilizar la habilidad.
¡Lo habéis conseguido! Incluso aunque no supierais cómo se usa la piedra, vuestros instintos lo han recordado; ¡sois impresionante! Supongo que los largos años de entrenamiento os han hecho acostumbraros a las piedras.
Pensad, comandante, que una Piedra de estigma se utiliza como cualquier otra habilidad. Ahora que habéis recordado cómo se usan, no necesitáis saber más.
Quizá por eso me haya costado tanto abandonar este lugar: puede que mi destino haya sido ayudaros a recuperar vuestro antiguo poder antes de poder seguir adelante.
Casi, comandante. Hay un problema más.
El Fantasma asesino continúa aquí. Es endemoniadamente fuerte y a mí me venció con facilidad. Puedo sentir cómo se acerca de nuevo... Su odioso susurro es cada vez más fuerte.
No hay otra opción, comandante: debéis luchar contra el fantasma. Utilizad vuestras habilidades de estigma y derrotadlo. Solo entonces podréis libraros de esta cárcel terrenal.
¿De mí? He encontrado y cumplido de golpe mi objetivo y mi alma será liberada en el éter. No es un destino que tema. Deseo mi liberación.
Me ha alegrado volver a veros, [%username]. Me llena de satisfacción saber que os he ayudado, que he tenido la oportunidad de pagaros parcialmente muchos favores...
Ah, nunca habéis sido muy sentimental... Perdonad, comandante. Fortaleceos para este reto y, si salís victorioso[f:"victoriosa"] de él... tendréis que visitar a Icarónix y vengar a nuestra legión.
Os creo, [%username], al igual que os creí en vida. Haré todo lo que sea necesario para protegeros y luego desapareceré.
Que la misericordia de Ariel os acompañe, comandante. ¡Lealtad y armas!
¡[%username]! ¡Habéis regresado del Fragmento de la Oscuridad!
Me alegro de veros. Ya estaba preocupándome por vos. Decidme, ¿habéis encontrado a Icarónix?
¿Nuestro excompañero de armas Icarónix se ha convertido en un traidor?
¿Creéis que puso esas trampas para que no pudierais recuperar la memoria, [%username]?
Apenas puedo creerlo... Por suerte, el alma de Eco os ha salvado.
¿Habéis conseguido utilizar la Piedra de estigma en el Fragmento de la Oscuridad?
Aunque la Piedra de estigma haya desaparecido, podréis conseguir estigmas así más tarde. Deberíais presentaros lo antes posible ante [%dic:STR_DIC_N_Lavirintos].
Os enviaré inmediatamente con él.
¿Qué novedades traéis, Daeva?
Vuestro rostro está tan marcado por la preocupación como por las cicatrices del campo de batalla.
¿Una legión secreta bajo el mando de la soberana Ariel y con vos a la cabeza como general de brigada? Son noticias realmente extrañas, aunque más extraño aún es ese traidor. Hemos de averiguar a quién es leal antes de que haya más daños.
No sé con seguridad lo que esto significa para nosotros. No sé nada sobre una legión así; además, vuestra pérdida de memoria... En fin, la verdad es fugaz.
Sin embargo, es más importante que hayáis adquirido la habilidad de utilizar Piedras de estigma. Vuestros esfuerzos al servicio de Sánctum han resultado ser más que suficientes para este fin. Hablad con [%dic:STR_DIC_N_Orphe]. Ella puede instruiros en el uso de Piedras de estigma.
¡Bienvenido[f:"Bienvenida"]! Veo que buscáis sabiduría y conocimiento.
Aquí llegan Daevas procedentes de todas las regiones de Elísea para aprender la habilidad de equiparse con Piedras de estigma.
A todos les doy el mismo consejo: las Piedras de estigma son herramientas espirituales poderosas cuyo manejo no está al alcance de cualquiera. Sencillamente, la energía anímica de nuestros antecesores que habita en ellas es demasiado potente para la mayoría. ¿Creéis que sois especial?
La experiencia que habéis acumulado hasta ahora es diferente de la del resto de Daevas.
Os aseguro que Lavirintos ha hecho bien en enviaros a verme... Creo que estáis absolutamente preparado[f:"preparada"] para utilizar estigmas.
Si me traéis una Piedra de estigma de vuestra elección, os equiparé con ella.
Hablar con [%dic:STR_DIC_N_Jucleas]
Hablar con [%dic:STR_DIC_N_Ludina]
Viajar a Vérteron y hablar con [%dic:STR_DIC_N_Morai]
Viajar al Fragmento de la Oscuridad y hablar con [%dic:STR_DIC_N_Icaronix]
Encontrar la caja que contiene información sobre el traidor
Hablar con [%dic:STR_DIC_N_Ecus]
Hacer los preparativos para utilizar la Piedra de estigma y hablar con [%dic:STR_DIC_N_Ecus]
Vencer al [%dic:STR_DIC_M_LF1B_SpectreQ_21_Ae]
Hablar con [%dic:STR_DIC_N_Morai]
Hablar con [%dic:STR_DIC_N_Lavirintos]
Hablar con [%dic:STR_DIC_N_Orphe]
El sumo sacerdote Jucleas os busca. Dirigíos al Liceo de Sánctum para visitarlo.
Tras averiguar que alguien buscaba a un[f:"una"] Daeva que había perdido la memoria, os dirigisteis al Fragmento de la Oscuridad de Vérteron, donde os reunisteis con Icarónix.
Según él, fuisteis general de brigada de la legión Espejismo, una legión secreta bajo el mando de la soberana Ariel. Se os envió en una misión destinada a recuperar el Artefacto del recuerdo de Caramatis, pero vuestra legión jamás regresó.
Icarónix explicó que después de que desaparecieseis había intentado desenmascarar a un traidor de la legión. Dijo que los resultados de su investigación se encontraban en una caja dentro de una cueva cercana. Volasteis a la cueva para buscarla, pero comprobasteis que toda la historia había sido una trampa.
El legionario Eco, ahora un alma incorpórea, os dijo que había descubierto al verdadero traidor: era el propio Icarónix, quien lo había asesinado inmediatamente. Con la ayuda del alma de Eco, pudisteis liberaros de la trampa de Icarónix, os reunisteis con Lavirintos y Miriya y obtuvisteis el permiso para utilizar Piedras de estigma.