Arieluma.
Balaurea... tan solo un triste y sucio agujero. Aunque he de admitir que, de algún modo, me ido acostumbrando. Las batallas, el aire denso, el tiempo viciado...
Pero hay algo a lo que, sin duda, nunca podré acostumbrarme... ¡Los platos de Doria! ¡En mi vida me habían puesto por delante semejante bazofia!! ¡Una vez la pillé cocinando piedras! Os lo podréis imaginar, ¿no? ¡Esa no es forma de hacer una sopa!
¿De verdad es mucho pedir tener a un cocinero decente?