¿Tenéis algo más que decirme?
Estaba a punto de enviarlo. Me impresionáis, Daeva. Pensaba que perderíais todo interés en cuanto recibierais los Quinas.
[%dic:STR_DIC_N_Nestor] en Sánctum ha solicitado los materiales. Parecía muy interesado.
Quizá deberíais averiguar un poco más. Entonces podríais recibir el suministro de inmediato.
Tomad la caja. Buen viaje, [%username].
Ah, entonces no estaréis tan interesado[f:"interesada"].
Si estáis aquí buscando libros, os puedo recomendar un par...
En "La era del despertar" podréis encontrar información sobre el origen de Atreia. Está en la estantería cerca de Coeo, allí enfrente.
O quizá también podría interesaros "La caída de las Ruinas de Zumión", en el ala izquierda. O bien...
¿Os los ha dado ella?
Interesante elección de mensajero, pero si ella confía en vos, yo también debería hacerlo.
El arcón pertenece en realidad a [%dic:STR_DIC_N_Boreas]. No sé más al respecto. Ya que los tenéis, podéis llevárselos ahora mismo.
¿Estáis aquí para adquirir una habilidad?
Mmm... Parece que no tenéis suficiente experiencia...
¿Néstor os envía con esto? Qué raro...
No me gusta divulgar secretos y tampoco haré excepciones ahora.
Hay gente que consagra su vida a metas secretas, [%username]. Los Daevas que meten la nariz en todo se arrepienten antes o después.
Ir a la Biblioteca de los Sabios y entregarle a [%dic:STR_DIC_N_Nestor] el arcón cerrado
Ir al Pabellón de los Defensores y entregarle a [%dic:STR_DIC_N_Boreas] el arcón cerrado
Llevadle a Néstor el arcón que os dio Sirinc; él está en la Biblioteca de los Sabios. Luego preguntadle por los materiales que contiene.
Cuando le preguntasteis a Sirinc sobre los materiales que le habíais conseguido, esta no quiso contestaros. Dijo que Néstor se los había pedido y que si queríais saber más deberíais llevarle el arcón y preguntarle a él.
Cuando lo hicisteis, este no os respondió y os pidió que le llevarais el arcón a Boreas, en el Pabellón de los Defensores, para obtener más información.
Lo hicisteis y le preguntasteis por los materiales. Os contó que mucha gente había consagrado su vida a metas secretas y que los Daevas solían arrepentirse de su curiosidad.