Que Ariel os proteja y os guíe, Daeva.
Que Ariel os proteja y os guíe, Daeva.
Seguramente no sea nada más que palabrería inútil, pero hace poco llegó hasta mis oídos el rumor de que vendría un salvador, un gran héroe nacido para anunciar una nueva era.
Pero... no debería hacer caso de esa palabrería. La esperanza no vale nada si está basada en charlatanerías. Son sueños e interpretaciones astrológicas...
Decidme, Daeva, ¿qué sabéis de ese rumor?
Ah... Si es así, me gustaría que hablásemos un momento.
Tengo una afición: colecciono objetos antiguos, reliquias de un pasado glorioso. He visto los tesoros de nobles Daevas históricos con mis propios ojos, he sostenido con mis propias manos las reliquias de las leyendas empirianas.
No es habitual dar con inscripciones proféticas en tan valiosos objetos, pero yo encontré algunas... y ahora no consigo quitármelas de la cabeza.
Pero esos objetos son antiguos. Su único valor auténtico es que llevan el pasado al futuro, eso es todo.
Sí, hay que desconfiar siempre de las verdades que uno desea.
Cuando un autodenominado profeta ve unas nubes o la sombra de una roca, enseguida afirma reconocer algo. Las profecías son, en efecto, los dominios de los locos. Y peor aún son los charlatanes que se aprovechan de las necesidades de los débiles de voluntad para conseguir Quinas.
Es la naturaleza de los elios: somos un pueblo noble y bendito, pero con tendencia a soñar.