Que no os distraigan, Daeva.

Que no os distraigan, Daeva. Seguro que tenéis montones de obligaciones sagradas.

¿A qué viene ese sarcasmo? Hasta la vista.

Los Daevas no os habéis ganado vuestras alas. Un día simplemente las conseguisteis, sin merecerlas para nada.

¿Cómo creéis que nos hace sentir eso a los humanos normales? ¡Nos deslomamos trabajando aun a sabiendas de que no nos ayudará a ascender nunca!

No me extraña que nos miréis por encima del hombro. Siempre damos el callo para nada.

Yo no miro a los humanos por encima del hombro... Adiós.

Ya, claro que no. Y los Sugos nunca mienten al comerciar.

Mejor ocupaos de vuestros asuntos importantes, Daeva. Y disfrutad de vuestra vida eterna.

Que Ariel guíe vuestros pasos.