Zumión fue el primer y el más glorioso templo de Atreia. El santuario erigido con la ayuda del poder de Aion era motivo de reverencia y maravilla a partes iguales. Exuberantes jardines, muros impecables, agua cristalina... Zumión era tierra sagrada. Los peregrinos de toda Atreia acudían al templo para admirar su belleza y regocijarse de la gloria de Aion.

Aunque los Balaúres eran soberanos del mundo, los humanos solo veneraban a Aion y desarrollaron su cultura y religión propias. Los sacerdotes de Zumión fueron elegidos por su fe y su sabiduría y poseían la mayor autoridad.

La belleza del templo y la fe de sus sacerdotes fueron fuente de esperanza para los humanos durante los siglos de opresión.

Los Balaúres, los primeros seres a los que Aion dio aliento, también fueron los primeros en maldecir su soberanía. Sentían envidia por su poder sobre la vida y la muerte.

No contentos con perseguir a todos los seres vivos de Atreia, exigieron más poder (el poder de Aion) y cuestionaron la absoluta autoridad de la torre.

Los santuarios dedicados a Aion eran un dedo en la yaga. Por ello, los soberanos balaúres partieron a profanar cada uno de los templos de Atreia.

Los Balaúres destruyeron sistemáticamente un santuario tras otro. La población, presa del pánico, huyó a Zumión. Después de hacer pedazos todos los templos, Meslamtaeda llegó finalmente hasta allí. La simple destrucción de sus edificios ya no era suficiente para aplacar el odio que los soberanos balaúres sentían por Aion.

Las personas reunidas en el templo se aferraban las unas a las otras e imploraban a Aion para que interviniese. Sin embargo, lo que oyeron fue la terrible voz de Meslamtaeda, que bramó una maldición: "¡Silencio, Zumión! ¡Para siempre!"

Todavía no había terminado de pronunciar las palabras, cuando todos los jóvenes de Aion y sus sacerdotes se convirtieron en piedra. El santuario se fue hundiendo poco a poco en el agua. Lo que una vez había sido la cumbre de la gloria de Aion, ahora era la cumbre de la envidia de los Balaúres.

La noticia de la caída de Zumión se difundió entre los supervivientes. El miedo les impidió reconstruir el santuario.

Los molinos del tiempo siguieron girando, Zumión se desvaneció de la memoria de la humanidad y los Balaúres desaparecieron de Atreia. No obstante, las Ruinas de Zumión siguen descansando, mudas, bajo el agua.