Asfelumbra.

Cuando era pequeña me abandonaron en la Posada de Jamanoc, pero Esvidar me acogió y me crió.

Me trata como si fuera su hija, pero a veces todavía pienso en mis padres, los que me abandonaron.

Le estaré eternamente agradecida a Esvidar... No obstante, espero que se le quite la manía con las alas de Leoavispas...

En este momento, Esvidar y yo estamos decididos a defender el Templo Carmesí y me alegro de estar a su lado.

Es un buen hombre.