Es un placer.
No me gustan los forasteros.
Desde que los Daevas entran y salen del lugar, aquí también se han instalado comerciantes, sanadores de almas y administradores de almacén. Prácticamente se han adueñado del Pueblo de Galdar.
Sé que no puedo hacer nada para evitarlo, pero es triste para los que vivimos aquí desde hace tiempo.