Saludos, Daeva. ¡Que la luz ilumine vuestro camino!
¡Vigilad por dónde vais! Por aquí pasa todo el tráfico que se dirige a la ciudad y siempre hay mucho movimiento.
No quiero ser irrespetuoso, pero no es raro ver a Daevas jóvenes e impetuosos que pasan justo por donde no se les pierde nada.
No es muy divertido verlos cuando se cae una caja y los aplasta, cuando un gancho de carga que va a toda velocidad los tumba de un golpe o cuando se acercan demasiado al precipicio y se caen.