Recién llegado.
¿Quién sois vos, que miráis directamente a los ojos?
Soy Carún.
No pronunciéis mi nombre así como así, pues perturbaríais este recinto sagrado.
Decidme, ¿a qué habéis venido?
¡Por Aion, Daeva! Las cosas son como deben ser: lo insignificante permanece insignificante, lo noble sigue siendo noble. Todo es justo.