Nota del autor:
En la actualidad, el Lugar de Ejecución de Deltras es un monumento en Asmodia; una torre tenebrosa y lúgubre esculpida en roca pura en medio del desierto. Los elios no tenemos ningún monumento que honre a este valeroso Daeva y lo que hacemos es venerarlo con el recuerdo. Plasmo este informe en papel para aunar las a menudo contradictorias historias sobre aquella trágica expedición en una versión definitiva y certera. Que Ariel guíe mi mano e ilumine mi espíritu.
Deltras era un Daeva conocido por su lealtad y competencia. Se presentaba voluntario para las misiones más peligrosas incluso cuando aún era general de brigada. Solía decir que su éxito en la batalla no se debía a sus dotes de mando, sino a la cohesión de su tropa. Una vez se negó a ponerse la armadura plateada de mando hasta que Lord Nececán se lo ordenó personalmente.
En el año 249 después de la Gran Catástrofe, diversos terremotos devastaron la zona de Vérteron e incluso arrojaron una de sus partes al cielo. De la grieta de esta roca salía una luz azul. Un valeroso Daeva se dirigió hacia ella y volvió poco después para informar de que se trataba de un portal a otro lugar.
Se decidió enviar una legión para explorar este nuevo y extraño reino; la elegida fue la legión de la Tormenta.
Poco después, la legión bautizó con el nombre de "Abismo" a aquel mundo casi infinito hecho de un cúmulo caótico de restos, que tanto difería del cielo pacífico al que estaban acostumbrados. En la oscuridad resonaban ruidos inquietantes. La legión se encontró pronto con unas criaturas salidas de una pesadilla olvidada hacía tiempo: los Balaúres.
La batalla contra ellos fue feroz. La victoria se llevó por delante cientos de víctimas. La legión ensangrentada y exhausta se vio reducida a una fracción de sus efectivos originales.
Encontraron otro portal y se adentraron en él, creyendo que les llevaría de vuelta a Elísea y al consiguiente descanso merecido. Sin embargo, cuando llegaron al otro lado, comprobaron conmocionados que se hallaban en un desierto frío y árido que no se parecía a nada que hubieran visto antes. Unas criaturas terroríficas los esperaban: seres vivos extraños, grandes, con garras y crines de pellejo que les colgaban por la espada, pero sin lugar a duda humanos. La legión de la Tormenta empuñó las armas y no retrocedió mientras los asmodianos hacían lo mismo y sus ojos brillaban con un rojo feroz.
Deltras se presentó como embajador de Elísea y comunicó sus intenciones pacíficas. Una especie de líder se adelantó y ordenó a los elios tirar las armas dirigiéndose a Deltras en un idioma extraño. Cuando vio que no lo entendía, comenzó a hablar en un dialecto antiguo todavía conocido entre los Daevas. ¡Deltras comprobó estupefacto que se trataba del mismísimo soberano empiriano Lord Ciquel!
Deltras conocía su historia: Ciquel se había unido a Lord Asfel en su despiadada campaña y era culpable de la destrucción de la Torre de la Eternidad. Deltras sabía que si el hombre que tenía delante era aquel demente legendario, no tendría sentido negociar con los furiosos asmodianos.
Fue Deltras quien atacó primero. Como un rayo, blandió su hacha y la dirigió contra Ciquel con rabia divina. Sin embargo, ni siquiera el gran Deltras estaba a la altura de un soberano empiriano, que respondió con un rayo de energía abrasiva que traspasó la armadura de Deltras y lo derrumbó en el acto. El resto de la legión de la Tormenta comprendió que Lord Ciquel era invencible e intentó retirarse. Sin embargo, el portal a sus espaldas ya se había cerrado y los asmodianos se abalanzaron sobre ellos como una horda de Huargos hambrientos.
De los diez hombres que sobrevivieron al baño de sangre, solo dos consiguieron regresar a Elísea. Estos, Tritón y Acarios, se dirigieron a Sánctum tan aprisa como sus ensangrentadas alas se lo permitieron. Después de postrarse ante Lady Ariel, informaron de lo ocurrido. Los otros soberanos empirianos habían sobrevivido y sus súbditos seguían ahora la senda de la oscuridad. Lady Ariel se sumió en una amarga tristeza. Los Balaúres y los soberanos sedim... Todos los antiguos enemigos y las tragedias de Elísea habían resurgido aquel día.
No debemos olvidar nunca la masacre de la legión de la Tormenta. Los asmodianos son un pueblo diabólico que ejerce su crueldad siempre que puede. Es por eso que la luz purificadora de Lady Ariel debe iluminar la otra mitad de Atreia y proscribir estas sombras de nuestro mundo para toda la eternidad.