La niebla no es lo único que hace que los marineros se extravíen. Muchos barcos se han hundido por culpa de una melodía seductora o un canto embriagador que obnubila la razón.

La canción de una Sirénida evoca también hechos terroríficos además de belleza. El que la oye pierde la razón.

Zozobran con sus barcos inundados de esta dulce embriaguez.

Se cuenta que las Sirénidas nacieron en un en el mar, quizá incluso fuera de Atreia.

Hechizan a los navegantes y los seducen a la muerte. Es un comportamiento innato, no lo hacen por capricho o por maldad.

La leyenda reza que las Sirénidas regresan al lugar donde nacieron cuando mueren, no importa la distancia que las separe de su destino.

Con el tiempo, los piratas y los navegantes han ido "enriqueciendo" las historias, dando características cada vez más fabulosas de las Sirénidas.

Algunos se recuperaron de una grave enfermedad tras el encanto de una Sirénida, aunque esto sigue siendo un misterio para los Daevas de la medicina.

Otros rumores dicen que este encanto puede hacer ascender a una persona, aunque esto último se considera una superstición.

Casi todos los que han navegado en el mar conocen historias del Templo de la Trompeta Dorada. Al parecer es una verdadera maravilla.

Una leyenda cuenta que allí hay tesoros que las Sirénidas escondieron para que ningún navegante nunca los pudiera alcanzar.

Las Sirénidas disfrutan de sus montañas de deslumbrantes tesoros en las profundidades de los desfiladeros, donde no brilla un solo rayo de Sol.

El templo mismo recibió el nombre de ese instrumento de poder indescriptible: la Trompeta dorada.

Este impresionante instrumento fue elaborado por un hábil artesano apresado por las Sirénidas. Trabajó en su obra maestra con infatigable energía, creatividad e inspiración bajo la influencia de su canción.

Se dice que se ahogó en mitad de los cantos de alabanza más bellos de las Sirénidas después de haber cumplido su sueño: elaborar una auténtica obra de arte.

La Trompeta dorada puede entonar a voluntad un ensordecedor estrépito o una canción que haría canturrear hasta a un soberano balaúr.

La Trompeta dorada agitó el mar de tal forma que ningún barco pudo atravesarlo y evitó de esta forma que el templo fuera descubierto.

Incluso hoy, cuando las olas rugen y el viento aúlla, los ancianos navegantes hablan todavía de las melodías de aviso de la Trompeta dorada.

Una vez llegó al pueblo un misterioso Daeva que entró a la taberna, se emborrachó y se jacto a viva voz de que había visto el Templo de la Trompeta Dorada.

Este Daeva iba vestido con harapos y muchos no lo creyeron, pero para sorpresa de todos mostró una diminuta jaula dorada cubierta de joyas.

La historia de la jaula y el templo se difundió rápidamente, pero a la mañana siguiente el Daeva había desaparecido. La leyenda todavía sigue viva hoy en día.