Diario de prisión de Gafurc

Día 4000 en este horrible lugar... Bah, ¿a quién voy a engañar? No tengo ni idea de cuánto llevo aquí.

Parece que el tiempo no transcurre igual cuando no hay esperanza de huida.

Estoy tan aburrido que he decidido escribir este diario, como pasatiempo.

Escribo aquí mi historia por si nunca me llegan a rescatar. Soy comerciante y me dirigía a Asmodia con unos cuantos artículos elios.

Si hubiese dado con el camino en los acantilados, habría viajado con otros comerciantes.

Pero me desorienté.

Todavía no sé cómo me pude extraviar en el acantilado. ¿Estaba poseído por algo?

Cuando cayó la noche, vagué ciego de un lado a otro.

Debí de entrar en pánico y eso me confundió aún más.

Así llegué a este campamento cral.

Me capturaron a la entrada y cuando desperté, ya estaba aquí tirado.

En cuanto amaneció al día siguiente, observé la pequeña jaula en la que me encontraba.

Era de barrotes de madera cubiertos de clavos. He intentado sacar algunos, pero están demasiado apretados.

Mientras estaba conmocionado y desesperado, cayó la noche y rompió a llover. A esas alturas ya estaba más hambriento que nunca.

Al menos los Crals habían ordenado a unos Trasgos que me diesen de comer.

He seguido buscando los puntos débiles de mi jaula y he encontrado un clavo suelto y oxidado.

Los Trasgos no me hacen ningún caso y los Crals se acercan solo de vez en cuando.

Sin perder de vista al capataz cral, he intentado sacar el clavo durante todo el día.

Está oxidado, pero bien encajado en la madera, y no tengo nada para utilizar de herramienta. ¿De verdad estoy condenado a morir aquí?

¡Hoy he conseguido sacar el clavo oxidado!

Puede que no sea suficiente como para aflojar la jaula, pero me ha dado esperanzas.

Aquí llueve bastante, así que todos los clavos acabarán por oxidarse y aflojarse.

Si consigo sacar unos cuantos estratégicamente situados, tal vez consiga salir de aquí pronto.

Hoy casi he sacado otro clavo oxidado. No ha sido fácil y me sangran todos los dedos.

A los Trasgos no les importa lo que hago. Están demasiado ocupados trabajando como esclavos para los Crals.

De vez en cuando envían a alguien a recoger los minerales que han extraído los Trasgos. No sé qué traman.

Acabo de darme cuenta de que siempre me trae la comida la misma Trasga.

Me he enterado de su nombre escuchando sus conversaciones. Mimiti.

Cuando me ha traído el desayuno, le he dicho en el idioma cral que la ración era demasiado pequeña. Esta noche me ha traído unas cuantas rebanadas más de pan.

Esta Mimiti parece trabajar muy duro.

Incluso siento algo de compasión.

Cuando me ha traído la cena hoy, he intentado hablar con ella en cral.

Sin embargo, se ha ido corriendo, diciendo que no podía hablar conmigo.

He sacado un tercer clavo.

Tengo un pequeño escondrijo en el que guardo estos símbolos de esperanza.

Mimiti esquiva mi mirada desde que intenté hablar con ella.

Mimiti ha hablado conmigo hoy temprano, aunque ha intentado no mirarme mientras lo hacía.

"Si necesitáis algo, avisadme", me ha dicho.

Le he respondido por lo bajo que quería un poco de leche de Montés.

Siempre sin mirarme, me ha traído una botella de leche y se ha ido sin decir ni una palabra.

Hoy he tenido la oportunidad de hablar con Mimiti, mientras los demás Trasgos no nos veían.

Ha dicho que podría tener problemas si hablaba conmigo. Si los Crals la descubriesen, podrían matarla.

He temblado de miedo y le he dicho que volviera al trabajo. Entonces ha sonreído.

Nunca había visto sonreír a un Trasgo.

Mimiti... Mimiti...

¿Se pueden casar los Sugos y los Trasgos?

No sé por qué le doy vueltas a esto.

Eso me ha impulsado a proseguir con mis planes de fuga.

Me pregunto cómo sería rescatar a Mimiti, que trabaja muy duro, y vivir juntos en Asmodia.

Espero que se me presente una oportunidad para hablar detenidamente con ella.

He sacado un cuarto clavo.