¿Por qué?

No lloro porque mi novio me haya dejado hace poco.

Tampoco lloro porque mi cruel destino haya sido ser la única que ha ascendido a Daeva en la familia y no disponer de ninguna habilidad de lucha, lo cual me obliga a vivir completamente sola.

Tampoco lloro porque haya llegado a tal nivel de autocompasión que ya no encuentro amigos.

Lo que ocurre es que se me pasan muchas cosas por la cabeza cuando me encuentro tan sola sobre los campos azotados por el viento.

¿Qué he hecho yo para merecer un destino tan solitario?

Pero si ha sido la voluntad de los soberanos, tampoco servirá de nada que lo lamente.

¡Hasta pronto!