Oh, Yustiel, protectora de la vida.
Hasta el éter chispeante refleja vuestra generosidad.
Vuestra mano es océano de amor; vuestros ojos, mares de bondad.
El coro de las hojas ovaciona vuestra eterna ambición.
Peces centelleantes se unen en silenciosa adoración.
De rodillas os ruego vuestro desmedido e infinito amor.