Vosotros los jóvenes... Siempre moviéndoos. Tan infatigables, tan rebosantes de energía...
Recuerdo lo que es ser joven. Luché incluso varias vidas mortales en el Abismo.
Pronto os sentiréis de otra forma, joven Daeva. En la vida de todo Daeva llega un momento en el que el espíritu emprendedor remite. Uno se acostumbra a ser inmortal, se tranquiliza un poco y quiere disfrutar de su tiempo.
Así es. ¡Qué buen ojo! Aquí todo es muy tranquilo.
Cuando necesito un poco de movimiento, voy al Coliseo. Si me apetece un poco de sabiduría y aventura, leo en la Biblioteca de los Sabios. Y cuando echo de menos la vida de soldado, voy a Dionisia e intercambio increíbles historias con una cerveza en la mano.
Ay, la vida de soldado... ¿Que cómo les va a mis antiguos camaradas de la legión? Cuando regresaron del Abismo se fueron a vivir a diferentes lugares. Ahora que lo pienso... ¿No iréis casualmente a Teobomos? Me gustaría escribirle una carta a una vieja amiga.
Gracias por ayudar a un anciano Daeva a rememorar el esplendor de su juventud.
(Escribe rápidamente una breve carta y la mete en un sobre).
Aquí tenéis, llevádsela a [%dic:STR_DIC_N_LF2a_Guardian_2]. Debería estar en los [%dic:STR_DIC_W_LF2B_SZ_A].
Ah, bueno. Creo que Temis os habría gustado. Su espíritu es casi tan emprendedor como el vuestro.
Ha sido un placer conversar con vos.
¡Alto! ¿A dónde vais? ¿Quién sois?
¡La luz emana de las sombras! ¿De verdad es de Ulberto?
Oí que se había marchado a Sánctum, que se había enternecido... Un cerebrito, Ulberto.
¡Magnífico! Leeré la carta en mi próximo descanso.
Llevar a [%dic:STR_DIC_N_LF2a_Guardian_2] la carta de Ulberto
Llevadle a Temis, en Teobomos, la carta de Ulberto.
Ulberto, un Guarda de Sánctum, disfrutaba de una vida tranquila, pero se preguntaba cómo les iría a sus antiguos compañeros del Abismo. Os pidió que le entregarais una carta a Temis, en Teobomos.
Cuando fuisteis a verla, se alegró muchísimo de saber de su viejo amigo.