No puedo... cof, cof... dormir.

Yo, de joven, era terriblemente aprensivo. Envidiaba a los ancianos del pueblo, que se entretenían todo el día y disfrutaban de la vida.

Y ahora que sois mayor... Tengo que irme.

¡Sigo igual que antes, solo que ahora soy demasiado débil como para ocuparme de mis preocupaciones yo mismo!

Solo puedo sentarme aquí y hablar. Y hasta eso me cansa. Me siento como un fruto pasado, pudriéndose mientras se aferra desesperadamente al árbol de la vida...

Bah. ¿Y para qué os cuento esto? Nunca sabréis qué se siente, Daeva. Vos sois uno[f:"una"] de los pocos benditos, pero yo... Yo, no.

Intentad descansar.