¡Ah! ¿Qué tal os va, Daeva?

No sé por qué están todos tan preocupados. No son solo los centinelas: la gente mayor del pueblo también está nerviosa. Se preocupan sobre qué deben hacer y dónde deben ir. Preocupaciones, preocupaciones y nada más que preocupaciones.

Lo cierto es que con ello no van a cambiar nada, ¿no es cierto? Tampoco es que vayan a morir de un momento a otro. Después de todo, por ahora todos tienen qué comer y el pueblo no se va a transformar en un desierto de la noche a la mañana. Le dan demasiadas vueltas.

Mejor será que se preocupen cuando las cosas se pongan duras de verdad. Tanto pesimismo me deprime. Decidme... ¿tenéis algo de vino por ahí?

Planificar por adelantado es de sabios, ¿no creéis?