Femme Fatales of History
Libro 10: Agren, el oráculo femenino
Los anales de la época del Convento de Marchután solo tienen una mancha, y esta mancha recibe el nombre de Agren. Ella llevó la deshonra al Convento de Marchután y fue el único motivo de que se aboliera el anterior sistema de oráculos.
Para ser una persona que causó tanta agitación, los orígenes de Agren fueron bastante humildes. En sus modestos comienzos nada parecía apuntar a un futuro tan funesto. Se crió en una granja de Beluslan y no llegó al convento como oráculo. En realidad, su trayectoria comenzó allí como sirviente de un sacerdote, un seguidor del soberano empiriano Marchután.
Los años pasaron y Agren continuaba viviendo como sirviente. Sin embargo, un día, el sacerdote en cuya casa trabajaba la propuso en la designación del oráculo.
El sacerdote opinaba que el convento necesitaba urgentemente otro oráculo y consideraba a Agren lo suficientemente concienzuda y responsable como para estar a la altura de esta tarea.
Docenas de personas manifestaron su opinión respecto a Agren, poniendo en duda que una muchacha sencilla que había crecido en una granja realmente pudiera hacerse ilusiones de ascender a oráculo. El sacerdote disipó las dudas de todo el mundo diciendo que le había dado una oportunidad a una chica sincera de dejar atrás su humilde procedencia.
Aquellos que conocieron a Agren como joven oráculo, a menudo recuerdan la chica modesta que era por aquel entonces. No destacaba por su belleza ni por tener una inteligencia fuera de lo común, pero su personalidad equilibrada le hacía arreglárselas muy bien con los demás.
Pese a proceder de una familia campesina, aspiraba a aprender a bailar y a participar en otras actividades de la sociedad cultivada. Aprendió a comportarse en sociedad, a expresarse formalmente y devoraba todo tipo de obras de filosofía.
Y como pudo atestiguar el sacerdote, Agren ponía una gran pasión en todo lo que emprendía. Algunos opinaban que era tan ambiciosa que a menudo realizaba el trabajo de otros sin el consentimiento de ellos, lo que, sin embargo, muchos en el convento consideraban una preocupación temerosa por causar buena impresión.
Realmente, las quejas sobre su comportamiento parecían proceder de otros oráculos que se sentían amenazados por la ambición de Agren. Además, Agren parecía actuar muy consciente de su responsabilidad en todo lo que hacía.
Raras veces llamaba la atención... hasta aquel día en el atrajo todas las miradas del convento.
Tras una batalla larga y dura, el soberano empiriano Lord Marchután regresó al convento para celebrar una victoria para Asmodia. Los oráculos prepararon un banquete y un baile en honor a Lord Marchután, pero cuando debía comenzar el baile, uno de los oráculos más jóvenes se desmayó y los demás tuvieron que buscar quien lo sustituyera.
Agren levantó la mano y dijo "Yo domino este baile".
Los demás oráculos estaban sorprendidos: ¿Cuándo y dónde había aprendido Agren un baile que solo dominaban los oráculos más elevados del convento? Sin embargo, no había tiempo para preguntas, y el baile comenzó.
La gracia y la elegancia de Agren eran arrebatadoras. Aunque bailó acompañada de todos los demás oráculos, fue su ejecución la que atrajo toda la atención de los presentes.
Lord Marchután permaneció allí en silencio absoluto y no habló hasta que la danza había finalizado.
Os agradezco vuestra representación, joven oráculo. Debéis de haber ensayado durante mucho tiempo.
Aunque no suceda con frecuencia, creo que el destino a veces nos oculta la respuesta que buscamos. La fuerza de voluntad del individuo puede ser muy poderosa, y quizá vuestra voluntad sea lo suficientemente fuerte como para hacer que el destino os desvele otra respuesta.
Si bien nadie era consciente de ello, en ese instante Lord Marchután había predicho el futuro de Agren. Puesto que él era el único que conocía su destino, ¿por qué no tomó precauciones para evitarlo? Los motivos de los soberanos empirianos superan nuestra imaginación y quizá quiso ofrecer a Agren la posibilidad de hacer frente al destino.
A medida que cumplía años, Agren desarrolló un talento especial para hacer que los demás que confiaran en ella. Su procedencia la hacía parecer inocente, digna de confianza y leal.
El aspecto sencillo de Agren y su actitud sumisa la protegían de las enfurecidas rivalidades en el convento. Realmente, muchos de los antiguos oráculos la consideraban obediente y fiable. Ella utilizaba este hecho en su propio beneficio, pues conocía antes que otros oráculos de su edad las tareas importantes y, con el transcurso del tiempo, se convirtió en una candidata para el cargo de oráculo superior.
Pronto sucedió que todas las informaciones confidenciales que se encomendaban a los oráculos u oficiales de alto rango del convento pasaban en algún momento por Agren. Ella utilizaba esta información, bien para fortalecer su posición o para debilitar a la competencia.
Si bien los motivos de Agren ya eran obvios, su maldad no se puso de manifiesto hasta que se libró del futuro oráculo superior, Imevere. Imevere era bellísima, bondadosa y poseía un corazón puro. Pero fue precisamente esta nobleza de corazón la que impidió reconocer las verdaderas intenciones de Agren.
Imevere y Agren pasaban mucho tiempo juntas, y unos días antes de que Imevere fuera nombrada oráculo superior, Agren envenenó su comida. Su intención era que Imevere no llegara a participar en la ceremonia. Así, la víspera de la ceremonia enfermó y murió mientras dormía. Hasta hoy, nadie sabe cómo Agren pudo acceder al veneno, y por aquel entonces nadie sospechaba siquiera que hubiera envenenado a Imevere.
Tras lo sucedido, Imevere fue enterrada entre las lágrimas de todos los presentes, incluida Agren.
Agren no mostró su verdadero rostro hasta la ceremonia de nombramiento del oráculo superior.
Habían llegado donativos, flores y cartas de felicitación de toda Asmodia y muchas de ellas procedían de Daevas de alto rango. Todo el convento estaba sorprendido ante los contactos que Agren había establecido en secreto. Entre ellos había prestigiosos sacerdotes, generales de brigada de la legión, conocidos eruditos y otros miles de seguidores.
Agren se pavoneaba adornada con flores y llevando las insignias del oráculo superior en la sala de ceremonias. La antigua Agren (aquella chica tranquila, sumisa y obediente de procedencia humilde) era cosa del pasado.
Con su nombramiento como oráculo superior, Agren se hizo con el poder absoluto sobre el Convento de Marchután y puso todo su empeño en conservarlo.
El sacerdote al que servía por aquel entonces se convirtió en su más seguidor más fiel. Cuando un oráculo osaba expresar la más mínima duda a Agren, se le acusaba de haber roto su juramento y era expulsado del convento.
Los visitantes del convento de alto estatus social eran recibidos por Agren con benevolencia, y enseguida mostraban respeto por su personalidad solícita y cuidadosa. En contrapartida, Agren presenciaba reuniones no oficiales de Daevas en las que la animaban a dar su opinión.
Con el tiempo, Agren se había infiltrado en todas las áreas de la jerarquía daeva. Consiguió astutamente informaciones de numerosos contactos y las utilizó para saciar su sed de poder.
La información a la que accedía muchas veces traspasaba los límites del convento y algunas incluso afectaba a importantes decisiones del consejo. Gracias a esta información, Agren siempre conseguía lo que quería. Intervenía en las decisiones del consejo y se aseguraba de que los puestos principales fueran ocupados por los candidatos que ella prefería. Sus favoritos ascendían en la jerarquía de poder independientemente de su talento, mientras que sus oponentes eran alejados del poder sin consideración alguna.
Cuando su poder había alcanzado dimensiones extraordinarias, la sed de riqueza se apoderó de ella. Infringió el código del oráculo al ponerse vestimentas lujosas y decorar su hogar con diamantes, zafiros, esmeraldas y otras piedras preciosas.
Agren organizaba en secreto una celebración tras otra. En ellas se comía y bebía copiosamente, se cometían excesos y se exigían manjares y bebidas que en realidad estaban reservados a los soberanos empirianos.
Obviamente, cuanto más extravagante era su estilo de vida, más se extendía la noticia de su corrupción. Y por primera vez se reunió una multitud para anunciar que Agren había roto su juramento.
La intranquilidad se extendió entre los seguidores de Agren y muchos se apartaron de ella. Agren, cegada por la rabia, protagonizó intrigas y siguió sembrando la destrucción. Atacó el Convento y eliminó a todos aquellos que se oponían a ella. Entonces amenazó a los Daevas que la habían apoyado hasta entonces.
Sin embargo, los Daevas inmortales conocían los peligros del poder y sabían que el final de Agren era inminente.
¿Había firmado Agren su propia sentencia cuando entró en el convento? ¿O fueron su gloria y su derrota solo el resultado de sus decisiones? Quizá nunca se encuentre una respuesta clara a estas preguntas. Sin embargo, la herencia de Agren se selló con las palabras del soberano empiriano Lord Marchután.
El soberano había visitado el convento de incógnito y sorprendió a Agren llorando en su alojamiento en medio de las desmesuradas comodidades y riquezas que había acumulado en su trayectoria de corrupción. Marchután posó su mano sobre ella y le habló con voz suave.
Quise poner a prueba el destino, pero parece que fracasé. Pero tú elegiste, hija, tú elegiste en todo momento.
Lord Marchután juzgó a Agren inmediatamente y la expulsó del convento. A sus seguidores más leales les sorprendió el mismo destino.
Nadie sabe lo que ocurrió después con Agren. Sin embargo, algunos sospechan que corrió la misma suerte que su lugar de nacimiento en Beluslan, que había desaparecido del mapa sin dejar rastro...