¿Sabéis una cosa? No todas las armas elias se forjan para ser vendidas.
En estos pabellones podéis ver armas que no se comprarían ni por todos los Quinas del mundo. Son compañeras, fabricadas por sus dueños a partir de los mejores materiales.
Vos también deberíais aspirar a crear vuestra propia arma, [%userclass]. Si sois capaz de entender vuestras herramientas, mejoraréis como Daeva. Con el paso del tiempo, a medida que mejoréis vuestra habilidades, tal vez incluso seréis capaz de forjar mejores armas que ninguna de las que podríais comprar en Sánctum.
Pues claro. Esa es una de las ventajas naturales de ascender.
Los mejores y más aguerridos Daevas son también herreros de gran talento. Deben su reputación a las hojas que ellos mismos han creado.
Pero seguro que no estáis aquí para hablar de armas. Queréis aprender por vos mismo[f:"misma"] a forjarlas, ¿no?
Como queráis.
Forjar un arma no es una tarea sencilla: requiere trabajo duro, dedicación, tiempo y conocimientos. Muchos Daevas se rinden en cuanto se dan cuenta del esfuerzo que supone.
Primero debéis fabricar un lingote. Se trata de un bloque de metal sencillo a partir del cual crearéis después vuestra primera arma.
¿Os sentís a la altura de la tarea, [%username]?
Id ahora al [%dic:STR_DIC_FLA18_4] y conseguid [%dic:STR_DIC_I_metal_n_c_81j]. En cuanto hayáis conseguido mineral suficiente, volved y fabricad en ese banco de trabajo tres lingotes de acero.
¡Y no olvidéis que para fabricar los Lingotes de acero también necesitáis Pastillas de carbón vegetal! Deberíais haceros con material suficiente por si acaso fallan vuestros primeros intentos.
Este es solo el primer paso de un largo camino.
El que avisa no es traidor, [%userclass].
Nunca conseguiréis forjar un arma completa si ni siquiera tenéis paciencia para fabricar tres Lingotes de acero.
Marchaos. Ya he perdido demasiado tiempo con vos.
¡Ja! Tenéis más quemaduras en las manos que un[f:"una"] aprendiz de mago[f:"maga"]. ¡Pobre [%username]!
¡Vamos a ver si ha valido la pena! Dadme los Lingotes de acero, si es que habéis logrado hacer alguno...
Vaya. Probablemente tengáis que chamuscar un poco más vuestras delicadas manitas.
No olvidéis que ahora sois inmortal. Puede que el fuego duela, pero vuestras heridas sanarán y en algún momento aprenderéis a no haceros daño al fundir los lingotes. Afilar las hojas ya es otro tema, por supuesto...
Ahora la cuestión es si os rendís o si os sobreponéis y acabáis la tarea. ¿Y bien?
¡Mirad esto! ¡Tres lingotes!
Os merecéis una felicitación, pero que no se os suba a la cabeza. Esto demuestra sin lugar a dudas vuestras ganas de aprender. Los retos que aún os esperan en el camino son bastante más difíciles que este que acabáis de superar.
Pero habéis empezado y habéis batido el cobre dignamente. Bien hecho.
Extraer [%dic:STR_DIC_I_metal_n_c_81j], convertirlo en tres Lingotes de acero y dárselos a [%dic:STR_DIC_N_Anteros]
[%collectitem]Anteros está preocupado porque a los Daevas jóvenes les suele faltar la paciencia necesaria para aprender a forjar armas. Os ha encargado que extraigáis Mineral de hierro en el Bosque de Tolbas, que uséis su Banco de trabajo para convertirlo en tres Lingotes de acero y que luego se los deis.
Anteros estaba preocupado porque a los Daevas jóvenes les solía faltar la paciencia necesaria para aprender a forjar armas.
Se quejaba de que tiraban la toalla al primer contratiempo. Os encargó empezar vuestro aprendizaje fabricando tres Lingotes de acero. Hicisteis lo que os pidió y creasteis los tres lingotes a partir del Mineral de hierro recolectado.