Hoy hace un día verdaderamente maravilloso en Elian.
Me encantaría pasármelo entero leyendo un libro a la sombra de un árbol grande sobre una bonita colina.
Me alegro de que los clientes pasen un buen rato en la cafetería de chicas.
Sin embargo, a veces me enfada que muchos Daevas no dejen de mirarme las piernas.
Detesto a esos clientes.