¡Sánctum, gloriosa Sánctum! ¡Ciudad en las nubes, ciudad de la divinidad!
¡No hay visión más esplendorosa que la luz del amanecer acariciando sus torres doradas!
¡La historia de Sánctum es casi tan antigua como la de Atreia misma!
Sánctum no fue siempre el palacio flotante de resplandeciente divinidad que es hoy. Su historia comienza hace mucho, mucho tiempo, en la época de los doce soberanos empirianos.
Por aquellos entonces, los humanos acababan de empezar a ascender a Daevas y Lady Siel reconoció que instruir y guiar a estos valientes defensores de la justicia alada era competencia de los soberanos empirianos.
La soberana erigió un templo en el que los Daevas podían vivir y estudiar. Los otros soberanos empirianos siguieron su ejemplo y así se fue formando una ciudad en el entorno, poblada por sus seguidores y por Daevas.
A pesar de las humildes protestas de Lady Siel, la ciudad recibió el nombre de Siela en honor a su fundadora. Era el centro de la antigua Atreia y de esta época data el dicho "todos los caminos llevan a Siela".
Aquí se formó la primera legión, se planificaron las primeras batallas de la Guerra Milenaria y se reunió el consejo de los doce soberanos empirianos para convocar aquella fatídica conferencia de paz.
Siela fue devastada por el caos de la Gran Catástrofe. La ciudad acabó en ruinas y parecía que nunca recuperaría la gloria de antaño.
Sin embargo, la majestuosa Lady Ariel se negó a perder la esperanza por Atreia. Decidió reconstruir Siela y hacerla cien veces más grandiosa que antes.
Toda la población de Elísea se dedicó en cuerpo y alma a la reconstrucción y tras cincuenta largos años de duro trabajo, las Torres de Siela se alzaban orgullosas sobre las antiguas ruinas.
Cuando la reconstrucción finalizó, se erigió un monumento en memoria de todos aquellos que habían perdido la vida durante la Gran Catástrofe.
Tras una silenciosa plegaria bajo la tenue luz del amanecer, los soberanos serafines alzaron su voz en un canto divino. Cuando el Sol asomó por el horizonte, la ciudad de Siela se elevó majestuosa en el aire.
Ariel comunicó que a partir de entonces la ciudad se llamaría Sánctum, una ciudad que ascendió a la gloria celestial a salvo del peligro sísmico.
Sánctum se planteó el peculiar desafío de ser una ciudad en el cielo. Al principio solo los Daevas y sus invitados podían entrar, pero cuando Mustapino inventó la aeronave, todo el mundo pudo volar hasta ella.
Con los años, la población de Elísea se multiplicó y Sánctum también comenzó a expandirse: la ciudad se vio rodeada de un número creciente de islas y torres.
Estimado peregrino: aunque incompleta, aquí se os presenta una lista de las maravillas que Sánctum os puede ofrecer.
Canal Celestial
Por donde antaño fluía un río en Siela, hoy encontramos el Canal Celestial, por el que circulan apresuradas aeronaves de una punta a otra.
La vista desde los puentes es una de las más espléndidas de Atreia. Las preocupaciones cotidianas se convierten en bienestar al contemplar un panorama tan impresionante.
Muelle Exterior
Esta pequeña isla se alzó en el cielo cerca de Sánctum para poner a disposición un puerto de carga que satisficiera el creciente tráfico aéreo. Es una zona vacua, pero tiene su encanto.
Los visitantes que quieran conocer la verdadera Sánctum deberían pasarse por la Taberna de Dionisia; eso sí, con la cartera bien controlada.
Pabellón de los Defensores
Es la gloriosa sede del gobierno de Sánctum. Su torre destacada en el cielo simboliza la continua protección de los soberanos empirianos.
Si bien las puertas del Pabellón de los Defensores están siempre abiertas, se ruega que no se moleste a los Daevas con problemas personales de poca importancia.
Coliseo
Se erigió para satisfacer el deseo de Lord Nececán de construir un centro de formación para su hueste. Además, el Coliseo sirve como escenario de emocionantes luchas entre gladiadores.
Las entradas para los combates más populares se agotan pronto, así que comprad la vuestra con antelación.
Liceo
Los más grandes pensadores de Elísea recorrieron estos pabellones. Aquí, los filósofos y otros eruditos debaten sobre el ser de Aion y el sentido de la vida.
¡Vuestra contribución a este debate podría marcar el discurso intelectual del futuro!