La leyenda de Elnen

El patio de recreo de Carún

Esta es una leyenda que se narra desde tiempos inmemoriales.

Al principio, el caos reinaba en el cosmos. Aion envió a los protectores de la torre y a los protectores de la luz, la oscuridad, la vida, la muerte, la justicia, la sabiduría, el destino, la ilusión y la destrucción para poner orden en el mundo.

Se les llamó soberanos empirianos y su misión era difundir la voluntad de Aion.

Incluso para los poetas tiene que haber sido difícil describirlos, ya que también nuestros antepasados los describían con términos muy imprecisos, como "límpidos lagos" o "majestuosas montañas".

Los soberanos empirianos eran los ejecutores de la voluntad de Aion y la compleja naturaleza de este se puso de manifiesto en el comportamiento de sus representantes. Pronto se crearon en el grupo tanto alianzas como enemistades.

La luz aleja a la oscuridad, la oscuridad crea ilusión, la ilusión se mofa del destino, el destino es impotente frente a la libertad, la libertad anhela la sabiduría y la sabiduría sigue a la luz.

Dos de los soberanos empirianos tenían una relación particularmente estrecha, aunque sus nombres no pueden decirse, ya que su historia nunca debe ser contada.

Nadie sabe por qué rompieron el tabú.

Esos dos soberanos empirianos se citaron en un lugar desconocido de Atreia, lejos de los ojos de la humanidad y de los de los demás soberanos.

Se dice que se encontraban en lo más profundo de un bosque, donde ni siquiera los cazadores se habían adentrado nunca, o en lo alto del cielo, donde ningún otro Daeva podría alcanzarlos, o mar adentro en un océano, donde ni las sirenas se aventuraban.

Pero el dónde se reunían no tiene importancia: lo relevante es que lo hacían.

Los dos soberanos empirianos se amaban. Se citaban tan a menudo como podían sin despertar las sospechas de los demás.

Cuando, fruto de este amor, nació un niño, ambos quedaron embargados de alegría y miedo a partes iguales.

Siendo soberanos empirianos, no podían pretender que no conocían la voluntad de Aion.

Sin embargo, su hijo era una auténtica bendición para ambos. Los llenaba de genuina felicidad. Lo llamaron Carún.

Aunque no podían ocuparse personalmente de él, ambos soberanos querían hacer por su pequeño lo que cualquier progenitor normal haría por su hijo.

Así, le construyeron un patio de recreo, el más grande y hermoso de todos los mundos.

Escogieron un lugar adecuado, lejos de cualquier otro ser vivo, y lo cubrieron de hechizos para repeler a cualquier intruso. Ningún otro ser podía entrar en él y era totalmente invisible.

Ambos soberanos empirianos, el padre y la madre de Carún, llenaron el patio de juegos con innumerables cosas, desde las más diminutas briznas de hierba hasta enormes monstruos.

Querían que Carún conociese todos los aspectos de mundo, ya que al ser su existencia tabú, nunca podría deambular por el mundo libremente mientras viviese. Debían mantenerlo oculto, costara lo que costara.

Al principio, Carún creció estupendamente en su gigantesco patio de recreo. Para él, representaba todo el universo.

Ambos soberanos empirianos estaban tan ocupados con asuntos importantes en Atreia que solo podían visitarlo muy de vez en cuando. Tenían cargo de conciencia, por lo que daban más y más cosas a Carún para calmar sus sentimientos de culpa.

Además, tenían miedo de no ser capaces de mantener a su hijo encerrado para siempre.

Sin embargo, el propio Carún era el que más sufría. Creció completamente solo en su inmenso patio de juegos, sin nadie que se ocupase de él. Con el tiempo, se volvió cada vez más violento.

Cuando fue consciente de los poderes con los que contaba, empezó a destruir el patio de recreo que le habían construido sus padres. Le entusiasmaba matar a todos los seres vivos que estaban encerrados con él.

Le daba igual el sufrimiento de sus "juguetes".

Cuando vieron cómo estaba cambiando su hijo, ambos soberanos sintieron un enorme dolor y arrepentimiento. Decidieron rogar el perdón de Aion y pedirle que reconociera a su hijo para poder liberarlo.

¿Llego su determinación demasiado tarde? ¿O era demasiado inmensa la ira de Aion?

Sea como fuere, una catástrofe devastó Atreia y el patio de juegos de Carún fue su primera víctima.

Al oír un sonido atronador, ambos soberanos empirianos se apresuraron hacia el patio de recreo, donde les aguardaba una terrible visión. El lugar estaba completamente destrozado, sin rastro de vida. Y Carún... había desaparecido.

Abrumada por el dolor, la madre de Carún dejó escapar un grito que desgarraba el corazón. Su lamento resonó por todo el territorio, desencadenando una negra lluvia de dolor. Ambos soberanos empirianos dieron la espalda al patio de recreo destrozado y abandonaron tan desdichado lugar.

El dolor que les produjo la pérdida los enemistó para siempre.

Y así acaba la historia de los dos soberanos que se amaron y tuvieron un hijo.

Una historia tan horrible como entristecedora.

Nadie sabe qué pasó después.

Sin embargo... en algún lugar de Atreia se encuentran todavía las ruinas del enorme patio de juegos que fue erigido para el hijo de dos soberanos.