Saludos, Daeva.
¡Ya no sé qué hacer con esos... "Daevas"! Todos son unos absurdos presuntuosos que nadan en la ilusoria seguridad de un estanque poco profundo.
No dejo de decirles que es conveniente prepararnos para otro ataque de los Balaúres y ellos me miran por encima del hombro, como si les estuviera mendigando unos Quinas. ¡Necios presuntuosos!
Nada asusta tanto a un investigador como quedarse sin protección alguna. Puede que la ignorancia haga felices a los elios, pero las espadas de los Balaúres nunca dejan de estar afiladas.