Un placer.
Vivía en un pueblo muy pequeño en el campo.
Sus habitantes eran muy despreocupados y no les interesaba demasiado lo que ocurría en Pandemónium.
Eran un poco ajenos a la realidad y muy ingenuos.
Un día llegó un hombre al pueblo y dijo que era el encargado de la fiesta del 70º aniversario de los soberanos. Tuvimos que darle muchos cereales y productos básicos de nuestro pueblo.
Los habitantes hicieron todo lo posible por darle los mejores productos porque eran regalos para los soberanos.
Aquel hombre nos pedía cada vez más y algunos habitantes le dieron tantas cosas que al final se quedaron sin lo suficiente para ellos mismos.
Hasta que un día se fue con todos nuestros obsequios porque, supuestamente, se acercaba el día de la fiesta del aniversario.
Dijo que vendrían emisarios de Pandemónium y que ellos pagarían por estos regalos. Pero nunca vino nadie.
Como le habíamos dado muchas de nuestras provisiones, el pueblo entero entró en quiebra.
Después de esperar mucho tiempo, uno de nosotros envió una carta a Pandemónium e informó sobre nuestra situación. Entonces fue cuando nos enteramos de que todo había sido un tremendo engaño.
Pero por suerte, el gran sacerdote se encargó de que pudiéramos seguir viviendo en Pernon.