¡Arieluma!
¿Puedo ayudaros en algo, Daeva?
Tengo noticia de todo lo que pasa en el pueblo de Agairón. Los lugareños han creado una guardia para protegerse mutuamente. La divina luz sabe que nunca hay un Guarda cuando de verdad se le necesita.
Desde la muerte del último, he estado ayudando a la sacerdotisa Aérope. El peligro acecha por todas partes. Debería haber puesto ambos ojos en el camino que tenía delante y otro en el de detrás. O... eh... un ojo en... Tan solo procurad que no os pase nada, Daeva.
Seguro que pronto me nombran jefa de la guardia. Solo yo puedo ocupar ese puesto.