¡Asfelumbra!

Disculpad mi mal humor, honorable Daeva.

Ni siquiera me gusta estar entre los muros de una ciudad. ¡Es como estar atado y amordazado! ¡Es insoportable!

¡Tenernos aquí encerrados es una locura! Deberíamos estar ahí fuera cazando Úrsidos en vez de andar detrás del centurión.

Pero hablar con él es como hablar con las piedras... y Gefión tampoco es que ayude. Me pone de los nervios.

Suena horrible. Sí, claro...

¿Sabéis lo bueno que era?

¡Cuando yo iba de caza, los demás sabían que volverían con las manos vacías! Era la envidia de todos los cazadores.

Porque todavía ando con la pierna rota, que si no, ya me habría cargado a Comu de un solo disparo. Pero ay cuando me recupere...

Seguro que sí.