Parece ser una carta personal de Acherón.
No estáis seguro[f:"segura"] de si podéis leerla sin permiso.
Estimado Acherón:
En primer lugar me gustaría saludaros. Mi nombre es Laso y soy el propietario de la Taberna de Vivaro.
Os he visto un par de veces por allí pero no sé si os acordaréis de mí. Seguramente os parecerá raro que de pronto un extraño os escriba una carta.
Por eso iré directo al grano.
Disculpad mi falta de cortesía.
Al gestionar una taberna uno se encuentra con Daevas de todo tipo y a veces oigo más de lo que me gustaría.
Hubo una información que me llamó especialmente la atención y enseguida me puse a escribir.
Oí que la Central de las Lanzas de Siel buscaba a la desaparecida Oriata. También me enteré de que os habían encargado la búsqueda a vos, como erudito científico.
Oriata... Alguien tenía que ponerse a buscarla para obtener la fuerza para sellar la Reliquia de Siel.
Es una buena decisión. Dicen que tiene una fuerza increíble.
Pero me gustaría pediros que dejéis de buscarla.
Espero que no malinterpretéis mi petición. No os estoy pidiendo que colaboréis en traicionar a los reianos.
Por cierto, vos no conocéis muy bien a Oriata, ¿verdad? Es popularmente sabido que no tenéis ningún interés en el mundo.
No lo digo para burlarme.
Lo que quería deciros es que a pesar de que esta carta no es breve, os ruego que os la leáis entera para informaros oportunamente.
En realidad no sé muy bien qué es lo quiero decir pero a continuación os explicaré por qué os he desaconsejo que sigáis con la búsqueda.
Era tan misteriosa como Carún, que era un perfecto enmascarado. Era tan absolutamente desconocida, que nadie sabía de dónde procedía, cuántos años tenía, ni a qué se dedicaba.
Unos dicen que ya debía de existir desde antes de la Guerra Milenaria y otros dicen que debió de ser una Daeva iluminada en los tiempos de Sanctia.
No sé cuál es la verdad. Lo que sí sé es que la conocí poco antes de la de la fundación de Camar. Era la época de después de que apareciera Carún.
Por aquel entonces yo era intendente de suministros y ella, chamán en el templo de Siel. Entonces el templo no era tan imponente como ahora, pero ella era una chamán de lo más devota.
La primera vez que hablé con ella fue cuando entregaba los suministros para los sacerdotes.
Era guapísima. Era una mujer realmente hermosa a la que le gustaban los niños, las flores y las amarras.
Enseguida me enamoré de ella. La visitaba todos los días y hablaba con ella sobre diversos temas.
Puede que amar a una chamán se considerase blasfemia, pero nuestra relación no era tan banal como os imagináis. Éramos amigos de verdad, esbozábamos juntos un futuro esperanzador para los reianos y sentíamos un gran apego espiritual.
También hablábamos mucho sobre nosotros, sobre nuestros deseos y esperanzas.
Yo le decía que quería hacerme cargo de una taberna y ella me que quería hacerse sacerdotisa y cuidar de los enfermos.
Solo con estas conversaciones ya éramos felices, pero llegó un momento en el que nos perdimos la pista.
Como estaba muy preocupado por su salud, estuve investigando y me enteré de que Lady Siel, que vagaba en la corriente de éter, la había bendecido.
No lo podía entender muy bien. Solo había escuchado el rumor de que Lady Siel había bajado a su encuentro.
Pasado un tiempo volvió a aparecer. Estaba en una elevación, con un aspecto ajeno y con armadura y elementos de ceremonia.
Los sacerdotes me contaron que había obtenido la autorización para participar junto con Carún en la batalla y que abandonaría el templo.
¿No es cierto que después corría la opinión de que los reianos reconocidos por Sarpán habían podido recuperar su zona residencial solo gracias a Carún?
Muchos creen esta ingenua versión...
Es cierto que Carún es muy fuerte, pero es absurdo que luchase él solo contra todos los Balaúres.
De entre todos sus compañeros, Oriata fue quien más contribuyó al éxito de Carún. Gracias a su poder de neutralizar la magia maligna de los Balaúres pudieron alzarse con la victoria en numerosas batallas.
Era tan poderosa, que cada vez solicitaban sus poderes desde más sitios.
Debió de participar en casi todas las batallas de Sarpán.
Quería consolarla porque había sufrido tiempos muy duros, pero no lo conseguí. Ni siquiera sabía dónde podía encontrarla.
¡No tenía ningún lugar donde quedarse!
¡Carún y el senado de las Lanzas de Siel dejaron a esta pobre mujer vagando por el campo de batalla lleno de sangre y espadas!
Y, además... además...
es difícil mantener la calma.
Es posible que de hecho tuviera negocios con el senado para poder participar en la batalla.
Seguro que os podéis acordar de cuántos enfermos y heridos había al principio de la construcción de Camar.
Entonces el templo que se había erigido temporalmente estaba repleto de pacientes. Entre los pacientes se encontraban muchos Daevas heridos y también numerosos humanos que no se habían despertado.
Entre los muchos pacientes apenas había sacerdotes. La situación era tan terrible que se tuvieron que tomar medidas extremas.
Exacto. Las medidas extremas consistían en dejar morir a los Daevas que estaban gravemente heridos.
Esto trajo más tarde consecuencias muy graves, pero en ese momento puede que no hubiera una solución mejor. Como los humanos no podían tratar a los heridos, el tratamiento dependía completamente de los sacerdotes.
Lo que el senado le prometió a Oriata fue su apoyo en el tratamiento de los humanos con palabras y obras.
Con la excepción de Lady Siel, nunca había visto un altruismo tan desinteresado.
Cumplí con la misión animándola interiormente.
Un día oí que estaba en el templo y acudí a ella inmediatamente.
No tenía ni idea de sobre qué hablaría con ella y sentía palpitaciones solo de pensar en que volvería a ver su maravillosa sonrisa.
Pero... me la encontré deshecha en un mar de lágrimas. Su bella sonrisa había desaparecido debido al cansancio acumulado por las batallas y sus ropas blancas estaban untadas de sangre.
No dejaba de llorar con ese terrible aspecto.
¿Sabéis por qué?
¡Porque la mayoría murieron sin recibir un tratamiento en condiciones!
¡Al contrario de lo que había prometido, el senado había enviado a la mayoría de los sacerdotes a la zona de guerra!
Ella había creído sus promesas y soportó todos los dolores... pero su buena fe fue deplorablemente traicionada...
Puedo llegar a entender la situación de emergencia de la guerra, pero fue muy irresponsable no cumplir la promesa ni remotamente.
Lloró muchísimo entre mis brazos. Me dijo que tenía mucho miedo y que estaba demasiado cansada como para seguir soportando esa situación...
No conseguí consolarla.
Visitó a Carún y le dijo que ya no le interesaba el futuro de los reianos y que se quería marchar a algún sitio donde nadie la pudiera encontrar.
Carún ya no podía contar con ella como miembro de los reianos y la dejó ir.
No tenía intención de desaparecer por completo. Dejó un rastro para que los reianos la encontrasen en caso de que se produjera una crisis.
Sin conocer sus intenciones, la ahuyenté. Pero ahora quiero pedirle ayuda...
No puedo seguir reprimiendo mi ira.
Deseo de corazón que nadie perturbe su calma.
Tenía una sensación desagradable porque sabía que sin su poder no venceríamos contra Tiamat.
Uff...
Me encargó que buscase sus rastros en el Taller Subterráneo de Devarim cuando llegase una crisis a la tribu reiana.
Pero no podía comunicárselo al senado.
No sé por qué estoy escribiendo esto ahora, porque al principio os pedí que suspendierais su búsqueda.
Quizá solo quería contarle esta historia a alguien...
... o quizá lo que pretendía era pasarle mis preocupaciones a otro.
Os pido que decidáis vos si contárselo al senado o si dejarla tranquila.
Me encuentro entre la paz de mi queridísima y el futuro de los reianos, soy incapaz de tomar una decisión.
Le pido disculpas por finalizar este informe tan largo y tan desordenado con una petición así de absurda.
Pasad algún día por la Taberna de Vivaro
y os ofreceré un vino buenísimo que se elaboró en las Fiestas del Beso Primaveral.
Una vez más, me disculpo de nuevo ante vos por mi falta de cortesía y finalizo esta carta.
Atentamente, vuestro embriagado Laso