Asmo era una Daeva asmodiana grande y fuerte, con garras afiladas. Un bonito día en el Abismo se encontró con una esbelta Daeva elia, quemada por el Sol y vestida de forma extravagante.
"Me llamo Elie", dijo la elia, "y creo que no deberíamos luchar entre nosotras. ¡Deberíamos ser amigas!".
"De acuerdo", dijo Asmo riéndose, "Prometo que no intentaré mataros".
"Puesto que ahora somos amigas", dijo Asmo, "dejadme que os dé un par de consejos de maquillaje".
"¡Genial! ¡Será un placer!", replicó Elie. "¡Me gustan las ideas para mejorar mi aspecto!"
Asmo le dio a Elie un frasco con polvos venenosos. "Tomad esto. Es excelente para los labios".
Elie acepto el frasco con alegría y se empolvó los labios con el contenido. Después, admiró su propia imagen en el espejo.
"¡Tenéis razón! ¡Estoy espectacular!", dijo ella. Tras lo cual, cayó muerta al suelo.
Asmo voló hasta el obelisco para esperar allí a que la ingenua elia volviera a despertar a la vida. Quería volver a divertirse a su costa.
Cuando Elie volvió a la vida, hizo señas a Asmo. "¡Me alegro de volver a veros! Sois mi nueva mejor amiga!", gritó.
"Por supuesto que lo soy", respondió Asmo. "¿Pero veis al Balaúr que hay en aquella isla? Me han dicho que a él también le gustaría ser vuestro amigo".
"¿De veras? ¡Eso es maravilloso! ¡Siempre quise tener un amigo Balaúr!", dijo Elie impresionada, y voló hacia el Balaúr para saludarlo.
Aterrizó directamente junto al Balaúr, que la miró sorprendido.
"¡Hola, señor Balaúr!", lo saludó, "¿Os gustaría ser mi amigo?" A modo de respuesta, el Balaúr hundió su hacha en el cráneo de Elie. Su cerebro saltó en pedazos por toda la isla.
Asmo esperó en el obelisco a que Elie volviera a despertar a la vida. Quería volver a divertirse a su costa.
"Ese Balaúr no era muy buen amigo", se lamentó Elie después de volver a la vida.
"Quizá no le parecisteis lo suficientemente hermosa", intentó explicar Asmo. "Al fin y al cabo, vuestro maquillaje había desaparecido".
"Pero en realidad no necesitáis maquillaje para estar hermosa. Solo necesitáis la luz adecuada. Por ejemplo allí, justamente junto al Sol".
"¡Es un consejo estupendo! ¡Gracias!", dijo Elie mientras desplegaba las alas y se dirigió al Sol rojo y ardiente.
Asmo observó cómo la necia elia volaba hacia la muerte y se rió cuando fue pasto de las llamas.
Rió y rió al pensar cómo se carbonizaba la hermosa piel de Elie. Esperó en el obelisco a que Elie volviera a despertar a la vida.
Pero Elie se había alejado demasiado del obelisco. Su alma había sido desterrada eternamente.
Y Asmo no pudo divertirse más con ella.