Los Daevas van y vienen mientras el oricalco sigue siendo el mismo. Y mis mercancías se encargan de que eso mismo hagáis vos.
Solo necesito vuestras Medallas de oricalco.
Aquí algo va mal... pero que muy mal. ¡No puedo hacer mi trabajo! ¡Maldición! ¡Astillas y esquirlas!
No esperéis de mí que os dé unas palmaditas por vuestro trabajo. De mí solo recibiréis lo que os merezcáis en Medallas de oricalco.