La pintura me calma cuando estoy estresada.
Aunque hace un poco más de frío que en Alsigia, la fortaleza no es mal sitio.
Cuando llegué, al principio me preocupaba mucho. Ahora ya me he aclimatado.
Mi esposo y yo teníamos una pequeña granja de trípodes.
El año pasado, el dueño de otra granja empezó a hacernos la vida imposible y a tirarme los tejos. Por eso mi esposo pensó que enviarme a la fortaleza sería lo más seguro.
Pero echo tanto de menos a Tecor. Nos escribimos todos los días. Yo le cuento noticias sobre la fortaleza... y a veces también recibo cartas suyas. Algún día regresaré.