Día 11

Hace ya días que desaparecen un Cucuu y un Porgo cada noche.

Primero pensé que se trataba de un Cárnif vagabundo, así que puse trampas, pero los animales siguen desapareciendo todas las mañanas. Ahora también están desapareciendo plantas. Esto no es cosa de animales salvajes.

Esta noche montaré guardia.

Día 12

No sé cuántas horas había aguantado ya cuando vi acercarse a mí un par de ojos rojos.

Contuve el aliento, pero los ojos desaparecieron de repente. Escuche pasos alejarse hacia el bosque. Disparé algunas flechas, pero sin saber si habían acertado a algo.

Hoy por la mañana exploré el suelo del bosque, pero no hallé rastros de sangre.

Día 19

¡Lo he atrapado! ¡Qué criatura más espantosa!

Tenía el cuerpo de un Trasgo y la cara de un Porquino. Sus largos y afilados colmillos eran lo bastante fuertes como para usarlos de cuchillos.

La piel, cubierta de cortas cerdas, era tan dura como la de una Gorgona. Cuando la corté con un filo de diamante, encontré una gruesa capa de grasa inmediatamente debajo.

Luego hallé algo más.

La criatura llevaba consigo un delgado libro, aparentemente escrito en la antigua escritura de Atreia.

Por las inscripciones, parecía tratarse de un diario.

¿Una criatura que parece un animal, pero que lleva un diario? Debo averiguar más.

Día 25, Sánctum

Estoy investigando sobre mi ladrón en la Biblioteca de los Sabios. Hoy he encontrado algo por fin. Una mujer llamada Vatonia me dio un libro que contenía algunas respuestas.

La criatura es un Calidón. Estos viven sobre todo en Teobomos. Se llegan a pagar altos precios por sus dientes y su pellejo.

Qué fascinante. Ya es más de lo que sabía antes, pero no es suficiente para darme por satisfecho.

Día 28

He tomado una decisión. Llevo demasiado viviendo en el mismo sitio y es hora de partir. Me voy a Teobomos.

Quiero saber más sobre esos Calidones. Además, tal vez pueda ganar algo de dinero. Todo Sugo con el que hablo parece estar interesado en el tema.

He dedicado los últimos días a hacer preparativos y a cambiar todos mis bienes por alimentos, pociones y flechas. Lo llevo todo en mi cubo. En pocos minutos visitaré a un teleportador.

Día 33, Teobomos

Tras algunas teleportaciones, llegué a mi destino. Mi último contacto con la civilización fue el Campamento de Excavación de Meniher.

La tierra parece abandonada. La Llama de Fregion ha matado a casi todos los seres vivos y el resto ha huido. No hay ni pasillos aéreos hacia otros lugares ni un mapa actualizado.

Le compré un mapa anticuado a un viejo zorro llamado Yadamoner. Es mi única referencia. Me resulta útil, aunque el terreno ha cambiado por completo. No sé qué es lo que me aguarda.

Día 52, Teobomos

Las últimas semanas han sido muy emocionantes. Escapé por los pelos de acabar muerto a manos de una horda de Harpías o abrasado por Espíritus de fuego.

La semana pasada, un supuesto explorador robó mis provisiones y mi dinero.

Ayer monté el campamento junto a los riscos para observar a los Calidones. Sin embargo, me descubrieron y me atacaron durante la noche. Solo estoy seguro cerca de la Llama de Fregion: los Calidones temen el fuego.

Día 387, Teobomos

Los Calidones deben de ser muy fértiles. Da igual cuántos mate, su número no merma.

Desde que he aprendido a diferenciar a los machos de las hembras, me he dado cuenta de lo compleja que es su sociedad. Presentan dimorfismo sexual: los grandes guerreros son hembras y los pequeños chamanes, machos.

A primera vista parece que las hembras fuertes son las que lideran la manada, pero después de unos años observándolos, sé que el verdadero poder reside en los chamanes machos.

No creo que todos los machos se hagan chamanes. He visto algunos que son guerreros. Probablemente, solo los machos con aptitudes mágicas se convierten en chamanes.

Los machos guerreros son claramente la minoría. Son más débiles que las hembras y suelen quedarse atrás en el combate.

(Aquí falta una parte del diario).

(Estas páginas estaban sueltas al final del libro).

Cuando fui ayer al amanecer a inspeccionar mis trampas, topé con unos Calidones que daban caza a un humano. Los ahuyenté y le salvé la vida a un jovenzuelo famélico.

Le di sopa, que bebió ávidamente, como si se estuviera muriendo de hambre. Cuando quise llevarlo al observatorio, rompió a llorar y me suplicó que lo protegiese.

Se llamaba Daniel. Me dijo que se había criado en la granja de sus padres. Conoció en el mercado a un tal Cavil, que se convirtió en su mentor. Sin embargo, resultó ser un Leparista.

Justo cuando Daniel se dio cuenta de la verdadera identidad e Cavil, un sacerdote se enteró también de ello y quiso acusar a Daniel de alta traición. Por eso huyó a Teobomos; dijo que prefería morir antes que pudrirse en la cárcel.

No sabía qué hacer. Después de todo, llevaba siglos viviendo solo...

Había algo en sus ojos que me conmovió. Un aprendiz tampoco me vendría mal. Tenía cabeza y fuerza. Con un poco de práctica, podría convertirse en un buen cazador.

Hoy por la mañana le dije que se podía quedar conmigo. Le di un nuevo nombre: Sebrian. Este es un nuevo empezar para ambos.