Me sorprendió que los Daevas se atrevieran a venir a este peligroso lugar.

Es admirable que luchen tan fervientemente por la paz.

Me gustaría ayudarles, pero no puedo regalar mi mercancía. Yo también tengo que vivir de algo.

Mirad tranquilamente mis artículos, Daeva.

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En este momento no tengo artículos en venta. Tened algo más de paciencia.

(Termináis la conversación).