Queridísimo padre:
Los huevos fritos de Croaqui que enviasteis estaban exquisitos. Nunca había comido algo tan sabroso. No conocería tales placeres si no fuera por vos, padre.
Estoy muy contenta de haberos conocido a tiempo, antes de que fuera demasiado tarde. Pase lo que pase, sois mi padre y yo, vuestra hija. Siempre os llevaré en el corazón, aunque rompierais el suyo a mi madre.
Siempre estaré a vuestro lado, pero para hacer realidad este sueño, necesito las tres cosas que detallo en esta misiva.
En primer lugar, necesito una canica de jade. Son buenas para la salud de mujeres de cierta edad y francamente hermosas. Madre habría consentido este deseo. En segundo lugar, quiero una cinta de éter para poder ascender y convertirme en Daeva. ¡Así seremos padre e hija para siempre! Madre lo hubiera querido así.
Y, por último, me gustaría una de esas Cremas antiarrugas especiales que fabrican los Sugos. Son caros, pero creo que me lo debéis.
Vuestra hija, Harmone