Que Ariel os proteja.
Sentaos junto a mí a contemplar la catarata. Relajaos. Abrid vuestros sentidos. Muy despacio.
Volved a mirar. El agua fluye por su camino y regresa al manantial.
¿Lo veis, [%userclass]? Contemplad el mundo libre de prejuicios y hallaréis cosas nuevas.
Hierba fresca y fragante, pasos alegres sobre los adoquines, el viento danzando entre las plumas...
Esas son las pequeñas cosas que hacen que la vida sea bella y digna de ser vivida, ¿no es así?
Los Daevas del templo deberían predicar sobre la belleza de la naturaleza, en lugar de avergonzarnos con nuestras debilidades.